Capítulo Diesciseis

Amaya Bezos

Aún no me podía creer lo que acababa de suceder. Pero sin más remedio que seguir a la tal Rosso, me acomode la ropa lo más prolijamente posible, recogí mi chaqueta del piso a donde Marcelo la había lanzado y me dispuse a andar. Fui conducida a una habitación de la segunda planta de la vivienda.

Tengo que reconocer que no estaba mal, era lujosa y bonita.

Ella me mostró los detalles de la estancia sin mucha ceremonia y sin esbozar a penas media sonrisa, parecía un robot. Cuando la sumisa estaba a punto de cerrar la puerta para marcharse la detuve.

—¡Dile al italiano que necesito hablarle! — le pedí como si se tratara de mi secretaria—. Necesito ir a mi penthouse por mis cosas.

—Eso no será posible. El Amo tiene compañía, está ocupado En sus negocios.

—Te dejare algo claro...— la analice de arriba a bajo buscando un término para nombrarla y como siempre solté lo primero que me vino a la mente. —¡Escúchame bien «Chispita»!— ese sobrenombre se me ocurrió por el color de la
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