POV: Amaia.
Mi pregunta lo hace sonreír. Y yo me quedo muda con solo verlo hacer ese gesto.
Siento que una corriente eléctrica me recorre todo el cuerpo y una cosquilla permanente se establece en la boca de mi estómago. Las piernas se me vuelven gelatina y creo que, a mi alrededor, todo se detiene.
«¿Tiene que ser así de hermoso tan temprano en la mañana?», me pregunto, admirando su elegante y pulcro porte. Su cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás, una sombra de barba que marca su cuadrada mandíbula y esos ojos, la negra profundidad que me observa con atención, me hipnotiza.
—Buenos días —saluda con su tono bajo y ronco.
Y es entonces cuando yo regreso a la realidad y me doy cuenta que mi boca sigue abierta. Trago saliva y despejo mis pensamientos. Noto que la comisura de su boca se levanta un poco, en una sonrisa satisfecha que demuestra que im