Lucía contestó de inmediato el teléfono, aunque su expresión mostraba claramente su impaciencia y frialdad, trató de suavizar su tono: —Hola, realmente no puedo beber más.
—¿Qué? ¿Todavía tienes que reconsiderar la colaboración? ¿Por qué?
—¿Quieres que vuelva a beber contigo? Yo...
Lucía estaba muy enojada en ese momento. Para negociar esta colaboración, había dejado de ir a la sucursal para ver a los nuevos empleados y había pasado toda la tarde bebiendo con este cliente.
Y ahora el cliente estaba dudando, lo cual era realmente irritante. Sin embargo, sabiendo que esta colaboración era muy valiosa, Lucía aceptó con rabia a regañadientes beber con él en otra ocasión.
Después de colgar el teléfono, vio a Juan acercándose con un tazón de sopa caliente, diciendo: —Cariño, toma esta sopa para que se te pase la borrachera.
Lucía, mirando de reojo a Juan con un delantal y sosteniendo la sopa, aceptó suavemente el tazón: —¿Sopa para la resaca? ¿La hiciste especialmente para mí?
Juan afirmó c