Dos semanas después
Estaba despierta en la cama, mirando el techo de nuestro dormitorio. Mason estaba cerca de mí, su aliento acariciaba mi cuello. Aaron estaba acurrucado a mi lado, resoplando de vez en cuando por sus ronquidos violentos. Ya me habría levantado, pero entre el brazo de Mason cruzado sobre mi cintura y el hecho de no querer dejarlos, no tenía ninguna oportunidad.
El teléfono fijo al lado de nuestra cama sonó y tuve que luchar contra el enorme cuerpo dormido de Mason solo para poder estirarme sobre él y contestar. Gruñó en sueños y yo puse los ojos en blanco, con mis pechos en su cara mientras tomaba el auricular. Vi que era el hospital y me incorporé de golpe. Ambos chicos se despertaron y se giraron, buscando qué estaba mal. No les presté atención y contesté el teléfono.
—¿Hola? —dije.
—Hola, Luna. Habla el doctor. Llamaba con respecto a Iris. Ahora está estable y debería despertar en breve. Quería informarte para que estés aquí. Me gustaría hablar con ambos cuando ll