Natalie sonrió y dijo: -No hace falta, lo de anoche fue un accidente.
Si no fuera porque una de las amigas de Josefina se enteró del accidente de anoche, Natalie y Leonardo se lo ocultarían.
-¡No, me preocupa que conduzcas! Si tienes accidente otra vez...
-No, abuela, no te preocupes.
Josefina, al ver la insistencia de Natalie, giró la cabeza hacia Leonardo y le dijo enojada: -¿Ni siquiera sabés preocuparte por Natalie? Qué peligroso conducir ella, ¿no la persuades?
Leonardo la miró impotente, -Abuela, Natalie es adulta, puede tomar decisiones sobre esas cosas.
Josefina lo fulminó con la mirada y le volvió la cabeza con enojo.
Al oír su conversación, Natalie sonrió.
-Abuela, no te enfades. No me pasará nada, fue un accidente, no puedo tener un accidente cada vez que conduzco, ¿verdad?
-Vale, pero prométeme que a partir de ahora conducirás más despacio.
Natalie asintió con la cabeza, -¡Sí, lo sé!
Después de cenar con Josefina, volvieron a Bahía de los Olmos. Cuando entraron en el chalet