—Señorita López, el chalet que pensaba vender lo busca alguien que pretende firmar el contrato ahora. Si está libre, ¿podría venir?
Natalie se sorprendió, asintió con la cabeza y dijo: —Vale, ¡ahora mismo voy!
Enviando un mensaje a Tina para avisarle de que se marchaba, Natalie tomó un taxi hasta El Palomar.
En el camino, el agente la llamó y le dijo que el comprador había llegado a un acuerdo sin ninguna contraoferta.
Natalie pensó que tendría que alabar el buen gusto del comprador cuando llegara, pero cuando vio a la persona que quería comprar el chalet, se quedó paralizada.
—Señor Ramos, ¿por qué tú?
Leonardo parecía tranquilo, —Estoy acostumbrado a vivir en esta casa, así que quiero volver a comprarla.
Viendo que se conocían, el agente dijo: —Es bueno que se conozcan, Señorita López, puede traer el contrato y luego hacer el traspaso.
Natalie frunció el ceño y dijo fríamente: —Lo siento, no vendo esta casa.
Al salir del chalet, Leonardo la alcanzó.
—¿Por qué no me vendes la casa?
Na