Casio y Lucía no pudieron rechazar su amable oferta.
Le agradecieron y volvieron al patio con las verduras frescas.
Por el camino, Lucía miró a Casio y dijo riendo: —No sabía que tenías mucha experiencia de vivir en el campo, hoy nos ayudaste mucho.
Casio dijo sonriendo: —Son habilidades que aprendí de pequeño y que no sabía que nos serían útiles ahora.
Mientras caminaban y hablaban, tenía más cosas que decir.
Lucía hablaba de su infancia en el campo, de pescar en el río con los amigos y de volar cometas en el campo.
Casio también compartía que iba al monte con su padre a cortar leña para ayudar a la familia.
Acababan de llegar a la entrada del patio y se encontraron con Neptuno y Nieve.
A diferencia de Lucía y Casio, que estaban relajados, el ambiente entre Nieve y Neptuno estaba algo estancado, y sus rostros eran serios.
Lucía y Casio se miraron, Casio preguntó a Neptuno: —¿Qué tal la misión?
Neptuno hizo una mueca y dijo enfadado: —No terminamos.
Casio frunció el ceño: —¿Qué ha pasa