—Señorita Romí, el primer invitado en llegar está en el salón, ¿necesitas que te ayude a meter la maleta?
—No hace falta, gracias por traerme.
—De nada, lo que debo hacer.
Lucía le tomó la maleta y la arrastró hasta el interior.
Cuando acababa de entrar en el salón, vio una maleta negra en la puerta.
Colocó su maleta junto a esta y entró.
En el salón estaba sentado un hombre de veinticinco años que vestía una sudadera negra con capucha sobre una chaqueta negra de plumón que llevaba desabrochada, vaqueros, zapatillas de deporte y el pelo corto, pero parecía un poco malhumorado y no parecía amable.
Al verla, el hombre sonrió, dispersando la frialdad, como el hielo que se derretía y las flores que florecían.
—Hola, soy Neptuno Aceves.
Lucía también sonrió: —Hola, Lucía Romí.
—He oído hablar mucho de ti, he visto muchas de tus películas, eres una gran actriz.
—Gracias por el cumplido.
Hablaban en el salón sentados y esperaban a los otros cuatro.
Neptuno era un cantante que había escrito mu