—Sí, señorita Reyes, te voy a dar una respuesta satisfactoria lo antes posible. —Dijo Dante respetuosamente.
Chloe respiró hondo y trató de calmarse.
La ira no resolvería el problema, necesitaba pensar con calma en sus siguientes pasos.
—Vete, Dante. —Hizo un gesto con la mano: —Acuérdate que quiero resultados.
Dante asintió, rápidamente salió del coche y se fue.
Chloe se sentó en el coche, miraba con frialdad hacia delante.
No renunciaría fácilmente a un talento técnico como Erik, y como el dinero no podía tentarle, tendría que recurrir a otros medios.
Estaba segura de que en cuanto encontrara el punto débil de Erik, él se rendiría.
Erik salió de la cafetería y regresó a la empresa.
Empujó la puerta del despacho de Leonardo y vio que él estaba concentrado en los documentos.
—¿Cómo te fue? ¿Viste a Chloe? —Leonardo levantó la vista, vio a Erik, dejó el bolígrafo que tenía en la mano y preguntó.
—Sí, ya la vi. —Erik se acercó a Leonardo y se sentó: —Me hizo una oferta tentadora, pero la