— ¿Tienes fotos de tu día a día en tu celular? Si es posible, ¿puedes mostrarme alguna? —propuso de manera amable Alejandro.
Adriana sacó su celular rápidamente:
— Puedes ver las que quieras, aunque son fotos un poco viejas, hace tiempo que no tomo ninguna porque he estado muy ocupada últimamente.
Alejandro observó las fotos con detenimiento y su mirada se fue iluminando cada vez más. Estaba seguro de que las dos mujeres que hablaban mal de Adriana lo hicieron a propósito para que él las escuchara.
— Una jovencita con una sonrisa tan cálida, que brilla como el sol, ¿cómo puede ser la persona maquiavélica de la que tanto hablaban? —comentó, admirando las fotos.
— Parece que tu infancia fue muy feliz —dijo Alejandro al soltar el celular de Adriana sobre la mesa.
Viéndolo pensativo, Adriana añadió a la conversación:
— ¿Y que hay acerca de ti? ¿Tu infancia acaso no fue tampoco feliz?
Alejandro respondió con honestidad:
—Desde pequeño participé en todo tipo de competencias. Mis padres se se