Después de todo, aún era yo

Después de todo, aún era yo

Ana me explicó lo que la doctora ya me había dicho, pero las de ellas eran explicaciones mucho más relajadas y con menos tacto. A penas se dio cuenta Ana de que de verdad me encontraba bien, se dedicó mi amiga a acusarme de negligencia por haber cometido aquella locura, abordándome con preguntas bastante sofocantes sobre el cómo y el por qué.

David permanecía a un lado sin dejar de acariciar mi mano en un gesto de mucha ternura. Mi hermano me llenaba de plena felicidad en ese momento, por lo que pude tomarme lo de Ana con un buen ánimo a pesar de que me encontraba bastante atosigada por ese cúmulo de preguntas que no dejaban que mi mente pudiese terminar de procesar una cuando la siguiente ya se comenzaba a procesar.

―Lo siento Ana, fue todo muy rápido. Un coche me golpeo apenas, pero a esa velocidad las cosas son tan difíciles de controlar que lo siguiente de lo que puede tener consciencia fue que mi coche se estrelló contra el poste de luz.

Ana asintió p
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