Misterios, secretos y dudas (4ta. Parte)
El mismo día
New York
Claire
Según mi poca experiencia, cuando alguien aparecía justo en tus peores momentos nunca era para ayudarte desinteresadamente. Mucho menos para consolarte. La mayoría aprovechaba tu vulnerabilidad para hundirte o pedirte algo a cambio. No era exageración ni negativismo, solo una realidad que aprendí a golpes.
Por eso, la aparición de esa mujer misteriosa seguía dándome vueltas en la cabeza. ¿Por qué tanto interés en el caso de Alexander? ¿Lo complicaría más? ¿O, con suerte, colaboraría para su liberación? No lo sabía, y lo único que podía hacer era seguir presionando al abogado.
Mientras tanto, Alexander insistió en que me quedara en su departamento o en la casa de mis padres. En su momento pensé que era paranoia, producto del miedo y la frustración, pero acepté solo para darle algo de tranquilidad.
Estaba acomodando unas cajas en un rincón del departamento cuando sonó el timbre. Por un segundo imaginé que era el abogado o Elizabeth, pero nada me preparó para