El precio de la sangre (2da. Parte)
El mismo día
New York
Claire
Desde el día que puse un pie en las empresas de los Harrington sabía el riesgo que corría metiéndome en la cueva del lobo. Pero más pudo mi necesidad por descubrir si ellos habían propiciado la ruina de mi familia.
Aunque al parecer, a Victoria nada se le escapaba. A pesar del caos y la presión por el accidente de su esposo, se dio el lujo de escudriñar en mi vida.
Admito que tal vez fui ingenua creyendo que ni me notaría, pero ya era tarde cuando comprendí quién era ella en realidad: no una simple dama de sociedad, ni la esposa trofeo, sino una mujer que movía los hilos a su antojo.
Y, aun así, tuve la lucidez para responderle con calma sobre mis aspiraciones y establecer límites. Porque el hecho de que fuera la dueña no le daba la potestad de indagar en mi vida privada. Aunque debía hacerlo con sutileza, si quería evitar ganarme una enemiga… si eso era aún posible.
A todo esto, Alexander apareció en mi puerta, con el rostro envuelto en dolor y las lágrim