Bajo la guía de la abuela Quintana, Valeria salió de las montañas.
Lo primero que hizo al regresar a la ciudad fue contactar a las autoridades locales, quería construir un camino que conectara la aldea con la ciudad, instalar una red que permitiera a los ancianos y a los niños recibir información de fuera.
Quería construir una escuela y un hospital, mejorar sus vidas.
Su meta final era transformar aquel pequeño pueblo en un destino turístico, crear empleos y atraer de vuelta a quienes habían partido a trabajar lejos, para que acompañaran a sus familias.
Era un proyecto enorme, en el que invirtió cientos de millones. Volvió personalmente con un equipo de trabajo para iniciar la construcción.
—Muchacha, ¿por qué regresaste? —los ojos de la abuela Quintana se humedecieron al verla—. Aquí las condiciones son duras, no estás acostumbrada.
—Todo cambiará, la vida será mejor —dijo Valeria, abrazándola con firmeza.
Los ancianos y los niños no comprendían del todo qué significaba aquello de co