—¿Tan mal beso? —inquirió interfiriendo entre el elevador y ella.
—No, Alan —dijo enojada sin mirarlo, sabía que si lo hacía, caería en sus encantos nuevamente—. Sé que sonará a cliché. Pero no eres tú, soy yo. —Llamó al elevador.
—¿Y qué hay de malo contigo? —Giró a verla—. Porque a mi me gusta cómo besas.
—No tiene que ver con el beso, yo no… me siento… lista… para una relación a distancia —ingresó al elevador y él también apretando el piso del estacionamiento.
—¿Quién habló de relación a distancia?