Nikos tomó aliento, incapaz de apartar la mirada de los pechos de su esposa, por mucho que lo intentara. –Maldita sea, no quieres saber esto, Leandra. Es el tipo de oscuridad que tú nunca has visto. –Puedo asimilar tu oscuridad, Nikos así que dime. –No quiero que tengas que asimilarlo. No quiero que nada de mi pasado te pueda tocar. –Soy dura. Me he casado contigo, eso significa que me importa. No soy una niña Nikos, he vivido toda mi vida frente al mundo. Mucha gente ha escrito cosas horribles sobre mí, y todo porque, cuando tienes una imagen pública, te guste o no, la gente piensa que eres de su propiedad, y si por alguna casualidad no te comportas como ellos quieren o esperan de ti, se desata el infierno mediático.Y eso me ha enseñado muchas cosas sobre las personas, muchas cosas horribles y de lo que pueden llegar a ser por conseguir lo que ellos quieren de ti. Puede que a ti te parezca inocente, pero la verdad es que he visto más cosas de las que crees, no he vivido en una
Nikos estaba sentado al pie de la cama, no sabía cuanto tiempo habia estado en esa posición, supuso que bastante ya que tenía sus pies con calabres. Su mente era un caos después de decirle a Leandra quien era el, se asusto así que se fue dejandola sola. Había estado pensando durante toda la tarde sobre lo que haría cuando la viera, ella era su esposa, eso no podía cambiarse. Además le habia prometido tener un matrimonio... pero, cuando le tocaba, él se quedaba en blanco. Ya no podía ver el camino frente a él. Solo veía aquellos ojos de color tostado. Unos ojos que le habían puesto a prueba años atrás . Qué le habían tentado a hacer algo que no había identificado. Algo de lo que había intentado apartarse, por eso persiguio y se comprometio con Reanna, pero ahora esos ojos habían vuelto a embrujarle. Y ya no podía aferrarse a su control. Solo la veía a ella, la mujer no la chica de la que salió uyendo una vez hacía ya tantos años. Los problemas empezaban realmente cuando Leandra le to
Nikos desenrolló el pañuelo que tenía en las manos y, muy lentamente, comenzó a atarle las muñecas. –Dilo de nuevo –murmuró mientras la ataba. –Tómame. –Porque... –Porque te deseo, porque quiero conocerte, por mil cosas que ahora no es buen momento para hablar y la razón principal es que quiero ser tuya...–sabía que necesitaba oírlo, aunque no supiera por qué, sabía que era algo que el queria. La confirmacion del deseo que ella sentia por el a pesar de todo lo que elle habia revelado. –A la cama. Ella obedeció y se sentó en el borde de la cama con las manos atadas sobre su regazo. Nikos le acarició la cara con la mano, maravillado por la hermosa vista que Leandra le estaba mostrando, la manera que se estaba entregando a el provocaba que las llamas de deseo estallaran en el como un volcán en erupción. Después deslizó las manos hacia la parte de arriba del biquini y, con un movimiento diestro, se la quitó junto con el pareo. Volvía a estar desnuda ante él, pero, en vez de parecer
–Seguirás las normas o no permitiré que llegues al orgasmo, y corazón puedo estar horas así. –Oh. - la sola idea de repetir lo que momento antes le había hecho la ponía a tope, sentía como la humedad entre sus piernas aumenta y su centro comienza a palpitar. –¿Serás buena? –Sí –respondió ella. Observó que las manos no le temblaban tanto como la última vez que se habían acostado juntos. Le acarició los pómulos con la punta de los dedos y el gesto resultó increíblemente tierno, teniendo en cuenta el juego al que estaban jugando. Se tumbó sobre ella y estimuló sus pezones con la lengua. –Ahora, por favor... Nikos –murmuró ella. –No –dijo él–, no es así como funciona –presionó su miembro contra sus pliegues húmedos. Ella gimió y se arqueó. –Por favor, tómame, te quiero dentro de mí –Eso está mejor –presionó con las caderas contra ella y, con el movimiento, le estimuló el clítoris. Haciendo que ella le rogará cada vez más. –Por favor –repitió Leandra, sabiendo que, si le daba una
Cerró los ojos cuando el avión tocó tierra y vio en su cabeza los recuerdos del tiempo que habían pasado juntos en Santa Lucía. Abrió los ojos y miró por la ventanilla. Fuera hacía frío y el cielo estaba gris y comenzo a estrañar el clima calido y las playas, pero aun asi trato de aparetar lo contrario, sabia que era hora de enfretar la realidad.–Cómo me alegro de estar de vuelta –murmuró mientras esperaba a que el avión se detuviese antes de levantarse y estirarse.–Pareces entusiasmada –dijo él.–Lo estoy –no lo estaba.Era extraño, sentía como si estuviese hablando con un desconocido. Un desconocido frío y distante, no el hombre con el que había tenido sexo ardiente y apasionado todas las noches durante la última semana. En ese momento, sonó su teléfono y leyó el mensaje que aparecía en la pantalla.–Oh, Nikos , tengo que pasarme por la tienda. ¿Te importa?–Si es una emergencia, claro que deberíamos ir –contestó él.Aquel pequeño gesto de apoyo le hizo sentir que no estaba tan so
Salieron a la calle sin tocarse desde el aeropuerto. Cuando Nikos se acerco para ayudar con su equipo empezaron a dispararse los flashes a su alrededor. –¿Dónde habéis estado esta última semana? –preguntó uno de los periodistas, y los demás lo interpretaron como carta blanca. –¡Nikos! ¡Señor Alexandros! ¿Cómo respondes a los rumores de que tu exprometida la señorita Reanna Koars te dejó por otro hombre? –¡señor Alexandros! ¿A qué viene esta farsa? –¡Leandra! ¿Qué se siente al ser la esposa de repuesto? Nikos agarró a Leandra del brazo y la estrechó contra su cuerpo. –Nada de preguntas –gruñó mientras la arrastraba hacia el coche, haciendo seña a los dos guardaespaldas para interrogarán a los periodistas y obtener la información de quien filtro que ellos regresaban hoy. Al meter a Leandra en la limusina, oyó una última pregunta por encima de las demás. –¿Qué se siente al haber dejado escapar al cisne y haberte quedado con el patito feo? Cerró la puerta de golpe, estaba furioso
Salió de la habitación y Nikos se dirigió al mueble bar. Tenía un mueble bar en casa y estaba lleno, casi nunca había mirado para ese lugar se decia a si mismo que esta zona era solo y exclusivo para los invitados, pero en el fondo lo sabía. Sabía que estaba agitando una bandera roja delante de la bestia, tentándola. Y aquella noche... aquella noche estuvo a punto de morder el anzuelo. Apretó los dientes y se apartó del mueble. Tenía el control. Nadie le arrebataría eso, ni siquiera su esposa. Leandra se despertó sintiéndose fatal, y ese estado de ánimo se mantuvo durante todo el día. No quiso mirar nada relacionado con las noticias, se puso al día con dos series y vio varios documentales. El encuentro con la prensa el día anterior había supuesto el resurgir de una inseguridad del pasado, a pesar de que trato de ocupar su mente siempre se encontraba pensando y reviviendo lo que pasó el anterior y se encontraba bastante enfadada y no ayudaba nada que Nikos desidiera pasar todo el dí
–La noche que cumplía dieciocho años, estuve a punto de violar a una mujer, una mujer no mejor dicho era una niña comparada conmigo. Leandra se quedó helada y le pareció que aquel momento duró una eternidad. –¿Qué? No te creo. No... Nikos, tú no... –Pero asi fue, mi padre nunca me prestaba demasiada atención, pero esa noche yo era el centro de toda la celebración, o eso creía yo. Luego descubrí que mi cumpleaños se había utilizado como tapadera para una gran reunión de la mafia. Yo no sabía quien había sabido mi madre hasta que el cura me entrego su diario, en ese momento yo aun pensanba que ella habia sido una de las tantas prostitutas. Crecí sin control, rodeado de exceso. La noche de mi cumpleaños, recuerdo que la fiesta era espectacular, como solo podía ser una gran fiesta de la mafia con drogas, mucha droga. No era la primera vez que consumía, al fin y al cabo, era como un niño en una tienda de caramelos. Pero, a esa edad, mi padre decidió que era hora de que entendiera de v