Epílogo.
SAMANTHA
2 años después…
La puerta se abre y no necesito asomarme por la barra para saber quiénes son. Termino de servir el almuerzo y salgo hacia la sala para recibir a mi pequeño terremoto.
— ¡Mi amor! —exclamo, acuclillándome y estirando los brazos para recibirlo. Jeremy lo toma de la mano para que camine hacia mí y lo suelta cuando lo abrazo, llenando de besos el rostro de mi pequeño—. Hola, mi vida. Te extrañé mucho, sí, mucho, mucho, mucho.
Mini Dylan se ríe y balbucea algunas sílabas, como respondiendo a lo que le digo y me levanto con él en brazos. Jeremy me acaricia la espalda y besa mi cabeza, sonriendo.
— ¿Cómo le fue en la guardería? ¿Todo bien? —pregunto y alzo el rostro para darle un corto beso en los labios.
—Sí, como siempre, se porta muy bien —responde él y se aleja para servirse agua—. ¿Cómo te sientes?
—Te digo que estoy bien —respondo, rodando los ojos—. Aburrida porque mi jefe no me deja ir a trabajar.
—Primero: no soy tu jefe y lo sabes —habla, acercándose a mí y