43. ¡AL AEROPUERTO, CARLOS!
(ARIANA JÁUREGUI)
Me giré hacia Keyla, que me miraba con una mezcla de preocupación y curiosidad.
—Keyla, necesito que me consigas un vuelo a Nueva York… ¡ahora mismo! —dije con urgencia—. El primero que salga. No me importa la hora, ni la aerolínea. Solo necesito llegar allí lo antes posible.
Keyla, aunque sorprendida por mi repentina decisión, no dudó en actuar. Asintió con la cabeza y se puso manos a la obra, buscando vuelos en su computadora y hablando por teléfono con las agencias de viajes. La veía teclear rápidamente, con el ceño fruncido por la concentración, y sentí un profundo agradecimiento por su apoyo incondicional.
Mientras Keyla trabajaba en la reserva del vuelo, yo corría por el apartamento, recogiendo lo esencial. No tenía tiempo para empacar una maleta en condiciones. Metí en mi bolso lo primero que encontré: mi pasaporte, mi billetera, el cargador del teléfono, un cepillo de dientes y algo de maquillaje. «No necesito nada más. Solo necesito verlo a él.»
—¡Ariana! —ex