10. Sólo un Hit

Silvia cantaba olvidada del universo.

Era como tener a Jim Robinson tocando sólo para ella.

Jay era sencillamente irresistible, tocaba tan bien, y su voz le causaba escalofríos.

Y como no se conocían y jamás volverían a encontrarse una vez que dejaran la terminal de ómnibus, se sentía extrañamente desinhibida. De modo que cantaba con él como siempre cantaba esas canciones en su casa, mientras limpiaba o se duchaba.

No recordaba haberse topado jamás con un hombre tan atractivo, con una personalidad tan magnética, simpático y descortés al mismo tiempo. Un verdadero chico malo, como su hermana menor lo habría llamado. Ella lo catalogaba como un cretino adorable. Exactamente la clase de hombre que siempre fuera su talón de Aquiles.

Por suerte todavía tenía ojos en la cara, a pesar de haber llorado tanto. Eso le impedía ignorar l

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