No sabía que responder, quedarme con Bastian a solas en una habitación era como tener dos opciones, terminaríamos haciendo el amor, o pelearíamos y nos diríamos cosas muy hirientes, una parte de mí recordaba las palabras de Milan, pero mi corazón me dictaba otra cosa y ya estaba cansada de huir.
—Está bien —susurro.
—Gracias.
Bastian me dio el paso para que entrara a su habitación, cosa que hice sin dudar, al hacerlo sentí una ligera extrañeza y añoranza, era cálida y muy reconfortante, Bastian no prendió las luces, solo la luz de la luna que se filtraba por la habitación era lo que hacía que se distinguiera cada cosa.