— ¿A dónde vamos? Hemos recorrido mucho nada todavía.
— Estamos muy cerca.
— Vamos, que ese médico tuyo debe tener mucho dinero, ¡He!
— Algo, es dueño de una clínica.
— Ah… claro, ya veo que ha de tener “algo” de dinero.
Cruzaron al última esquina antes de entrar en la calle en donde estaba la casa de Locantore.
— Ya llegamos, es ahí — anuncio deteniendo la motocicleta frente a la residencia de Locantore.
Ambos bajaron de la máquina y Francesco se acercó a tocar el timbre. Una mujer que trabajaba en la casa se asomó por la mirilla.
— ¿A quién busca?
— ¿Está en casa el doctor Locantore?
— Oh, sí, él está en casa, pero me temo que está indispuesto.
— ¿Indispuesto? ¿Qué