Ruso sintió un golpe en el estómago, esperaba que a Francesco le hubiera dado tiempo de escapar sin ser visto, pero esto lo pondría a él y a su familia directamente en el ojo del huracán con respecto a esa investigación de homicidio y de supuesto secuestro.
Las cosas no pintarían nada bien para el intachable Antonio Russo.
Apretó la mandíbula y puso su mejor cara de póker cuando Marco siguió gritando a voz en cuello que el “tipo aquel” se estaba escapando.
Se giró sobre sus talones e impostó la mejor expresión de asombro de la que fue capaz, pero no era tan buen actor, sin embargo, Flavio, que ya conocía las razones de su amigo y jefe para proteger a Romano, le siguió la corriente lo mejor que pudo.
— ¡Señor! Seguramente vino por el niño, deberíamos ponerlos a ustedes en un plan de protección d