—Llévame contigo, lejos de aquí —es lo primero que digo al encontrarme con Mike cruzado de brazos, recostado de su viejo auto.
Me mira confundido, pero asiente.
— ¿Estas bien? —Me pregunta mientras me abre la puerta y un sabor amargo se hace presente en mi paladar.
Estoy comenzando a odiar esa maldita pregunta.
—No, no lo estoy —lo miro indiferente ante su preocupación por mí—. Y creo que nunca más estaré del todo bien.
Termino de subirme al asiento de copiloto, cierro la puerta sin su ayuda y me pongo el cinturón mientras él reacciona y corre a su lugar. Mi asiento se siente húmedo y mi ropa igual, pero ya ni siquiera eso me interesa. Necesito dejar de sentir, no quiero pensar en nada.
— ¿Quieres que te lleve a tu casa? —Escucho el motor del auto al ser encendido y me arrellano contra el asiento, negando.
Lo miro de reojo tomar el volante para empezar a conducir; soy tan tonta que me doy a la tarea de mirar una última vez hacia la entrada del edificio donde vive Kenneth.
—Necesitas c