— ¡Eres esa niña que ha salido en la prensa los últimos días! —digo emocionada con intención de acercarme.
— ¡No te muevas! —grita histérica y nerviosa—. No quiero que te acerques, por favor.
—Pero… todos han estados buscándote —titubeo y miro nerviosa hacia la carretera—. ¿Dónde estuviste?
¡Por favor, que alguien pase por aquí!
—Me escape de las personas que me secuestraron —dice con algo de vacilación y mira hacia abajo; sus ojos acuosos parecen dudar.
— ¿Quiénes te secuestraron? —había miles de preguntas que quería hacerle en ese momento—. ¿Fueron las mismas personas que asesinaron a tus papás?
Se le escapo un sollozo y meneo la cabeza como si quisiera borrar sus recuerdos.
— ¡Son malos, ellos nunca me quisieron! — comenzó a decir perdida entre el llanto y sus pensamientos—. ¿Para que volvieron? Yo amaba a los señores Bianchi, ellos fueron tan buenos.
Sus palabras salen de forma atropellada.
— ¡Déjame ayudarte! —digo desesperada, al verla tan perdida y desolada—. Mis padres son ric