Vamos, habla… mi helado se derrite.
Lento, un lento y acalorado beso.
Los ojos de Lucas destellaron al escuchar las palabras de Camila, sin embargo, se limitó a limpiarse con la servilleta para posteriormente ponerse de pie e invitarla al despacho mientras sus labios dibujaban una sonrisa ladeada que hizo estremecer a Camila.
Ella dejó salir todo el aire de sus pulmones antes deponerse de pie y seguirlo pensando en qué demonios había pasado por su cabeza cuando acepto ayudarlo a cambio de dinero «Claro en el dinero» se dijo mentalmente y camino en silencio hasta el despacho, luego de entrar cerró la puerta y espero a que él abriera la boca de nuevo.
La pregunta y el cambio de actitud de Camila dejó un poco desconcertado a Lucas, sin embargo, eso no fue razón para cambiar de postura. Era cierto que él necesitaba conocer un poco más a su supuesta esposa, pero ese no era el único motivo que lo empujaba a querer estar a solas con ella.
Si no esa extraña sensación que no le daba tregua