Yo le entrego mi alma
—señor...— susurra ella tan perfecto, que literalmente provoco pensamientos oscuros a Sebastián

Ella cierra los ojos, y lo peor es que él puede escuchar la respiración pausada de ella.

Sebastian sigue subiendo y al tocar la parte herida, ella se queja.

—debiste decirlo a tiempo, se van a formar vejigas, lo mejor es que te lleve a casa— dijo él tocando con delicadeza, pero la quemadura esta un poco más arriba, casi llegando a la intimidad de la chica

—señor... Pare por favor— súplica aún con sus ojos cerrados, y pasa saliva. Ningún hombre la había provocado tanto como Sebastián Parrow.

Por la forma en que ella le suplico, Sebastián se siente inquieto, retira su mano y retoma su compostura.

la respiración de Anastasia es agitada, ella no es capaz de mirarlo a los ojos, sus mejillas están sonrojadas.

El ambiente se puso algo tenso, por lo que al llegar Leandro, fue perfecto.

—compre la mejor, debes limpiar la quemadura y luego aplicar dos veces al día hacer el mismo proceso— Leandro le en
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