La Paz- Bolivia.
Lolita se unió de nuevo a la cena, inhaló el delicioso aroma que emanaba de la comida japonesa, sonrió al ver a Emma disfrutar, sin embargo, sabía que debía hablar con la niña, y contarle lo ocurrido con Ricardo, pues no había querido hacerlo aún, no se sentía preparada para eso.
Luego de cenar y disfrutar un rato más en el restaurante, Aurora decidió ir al salón de bowling, ahí pasaron el resto de la noche jugando y bromeando con el agente López, después de eso acudieron al hotel en La Paz que era la ciudad donde se encontraban.
—Señora Lolita, me despido, y me alegra haberla ayudado —dijo el joven—. Recuerde que desde mañana debe utilizar su nueva identidad.
María Dolores respingó, miró a al agente con ternura.
—Eres un hombre correcto, te debo la vida, muchas gracias —enfatizó, le sonrió y se aproximó a él para besarlo en la mejilla.
El agente López le brindó una sonrisa.
—Solo hice mi trabajo, yo no soy un asesino —enfatizó.
—Vienes de un hogar de personas