Capítulo 23

—¿Qué dijiste, María Dolores? —cuestionó Alex atónito. Clavó en ella sus ojos, observándola con profunda contrariedad—. No hablas en serio.

María Dolores mordió sus labios, necesitaba ser fuerte; sin embargo, sentía que las fuerzas la abandonaban. Su corazón se partió en miles de pedazos al contemplar en la mirada de Alex, decepción, entonces tomó una gran bocanada de aire.

—No es falta de amor —expuso sintiendo una profunda tristeza, que hizo liberar sus lágrimas—, al contrario, te amo, más que a mi propia vida, jamás pensé llegar a sentir todo este remolino de emociones que percibo cuando estoy a tu lado —confesó y la voz se le cortó—, no puedo ser egoísta y condenarte a vivir al lado de una mujer que jamás te dará la dicha de ser padre —habló en un hilo de voz.

Alex tensó la mandíbula al escucharla, su corazón dolió, y resopló apretando sus puños.

—Quedamos en vivir el presente, sin pesar en el futuro —rebatió.

Lola pasó la saliva con dificultad, y luego elevó sus parpados par
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