Capítulo 120
Había pasado más de una década desde el incidente y aún lo recordaba bien.

Recordaba que aquel triste día fue al baño y, al volver, vio a Alejandra con dos helados en la mano, comprados para ella y Natalia.

Uno de ellos raspó accidentalmente al pasar un camarero con una bandeja sucia y se manchó un poco de grasa.

Natalia eligió inmediatamente la intacta.

Alejandra solo le frotó la cabeza y se rio, no tiró la sucia para comprar una nueva.

Cuando regresó, le dio el helado de inmediato, sin mencionar una palabra sobre por qué tenía esa pinta.

Y con la riqueza de la familia Mena en aquella época, por no hablar de un helado, si la anciana quería, se podía permitir comprarle miles.

Pero no lo hizo, ni cambió ese helado, simplemente se lo dio así.

Fue a partir de ese momento cuando se dio cuenta con abrumadora claridad de que el amor de Alejandra hacia ella hacía tiempo que se había cambiado.

Tampoco olvidaría nunca la mirada maliciosa de la pequeña Natalia al verla tomar el helado sucio.

Sob
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