CAPITULO IV

Había pasado cerca de cuatro días desde que había aprobado lo que Katherine me pedía, todo lo que necesitaba era a Erick para que le consiguiera información acerca de la empresa en la que estaba a punto de infiltrarse, aunque ya ella sabía mucho, se haría pasar por la hija de alguien importante que ya había muerto pero era en cierta parte verdad, había estudiado muy bien a esas personas y sabía que esa era una de sus debilidades, siempre querían tener amigos con poder incluso habían querido asociarse conmigo y cuando vieron que no pudieron intentaron que firmáramos un acuerdo pero tampoco lo acepte. Estaba sentado en la silla de mi oficina cerca de las ocho de la mañana leyendo algunas cosas que ella me había traído y la verdad era espeluznante. Las cosas que hacen las personas por algo de poder y ella había sufrido todas las consecuencias de esa avaricia ególatra 

– ¿Hace mucho tiempo que conoces a Erick? – Pregunte mientras terminaba de leer– Si, nos conocemos desde que éramos pequeños – Respondió con su habitual voz un tanto ronca que llamaba mucho mi atención

– ¿Lo aprecias mucho cierto? – Indagué mientras tiraba la carpeta sobre la mesa

– Es como un hermano para mí – Respondió y nos quedamos mirando a los ojos– ¡Ya llegue! – Irrumpía en mi oficina Erick con su habitual felicidad excesiva impidiendo que lograra descubrir lo que había detrás de aquellos ojos

– ¿Qué hay Erick? – Lo saludé sin quitar los ojos de ella aunque ella distraido

– ¿Qué me cuentas? ¿Qué tal? Kate – La saludó dándole un beso en la mejilla– ¿Cómo estas E? – Respondió su saludo medio volteando la cara para aceptar su beso

– ¿Trajiste lo que te pedí? – Inquiero

– Si, aquí lo tengo todo – Dejó sobre la mesa tres teléfonos del mismo color y modelos, una Tablet, un collar y una pulsera de plata– Kate… digo Katherine – Me dejo llevar por el trato que le dio Erick – Desde hoy – Sonrió con malicia – Llevaras este collar y esta pulsera, tienen un mecanismo electrónico que estamos desarrollando así que como Erick, no es perfecto

– Aun – Añade con sarcasmo y ambos lo miramos – ¿Qué? Hablaba del mecanismo – Objeta como ofendido

– Bueno, puedes llevarlos todo el tiempo incluso te puedes bañar con ellos, se pueden mojar – Continuo y de pronto me viene a la mente la imagen de ella bañándose y me desconcentro

– ¿Y ya eso es todo? – Interrumpe devolviéndome a la realidad

– No, en caso de que te encuentres en peligro deberás colocar la pulsera sobre el collar, eso activara el mecanismo de rastreo y así sabremos que estas en peligro, en general es una especie de localizador, pero eso enviará una alarma adrede 

– ¿Y si estoy amarrada? – ¡Que comentario! 

– Este celular – Prosiguió Erick dándoselo – Lo creamos nosotros también, tiene todos los sistemas de seguridad que hemos creado, está encriptado en seis diferentes códigos tecnológicos incluyendo el binario y un séptimo creado por nosotros que consta de una liga de siete idiomas además…

– Erick – Lo detengo – A ella no le interesa nada de eso

– ¡Aguafiestas! – Exclamó haciendo que ella sonriera. Al parecer es el único salvo algunas ocasiones en la que yo lo he logrado hacer 

– Disculpalo siempre se emociona cuando habla con mujeres sobre su tecnología y, respondiendo tu pregunta, digamos que tendrás que confiar en nuestra intuición, si creemos que estas en peligro rastrearemos tu ubicación por lo que si te amarran no tendrás de que preocuparte

– Bueno para terminar te digo que todas estas cosas constan de una de nuestras mejores patentes, los blindajes cibernéticos y están programados con nuestro software de formato universal, a partir de ahora tendrás a un escolta cibernético, ¡yo te protegeré! tecnológicamente hablando

– Te falta algo – Indiqué– No, creo que no – Respondió indeciso – ¿Dónde está la portátil? – ¡Ah! Si eso, se me olvidó ya lo busco – Dijo dando la vuelta y salió

– Algunas veces es así de olvidadizo – Divague como para que hablara y que no hubiera tanto silencio mientras iba por un ron

– Si, lo sé – Respondió distraída en su nuevo teléfono – Es todo un amor– ¿Quieres algo de tomar? – Pregunté– Si, por favor– ¿Algo en específico? – Lo que tú quieras darme – ¡Esas palabras! Estaban volviéndome loco– No sabía que también crearan portátiles– Es una larga historia – Dije casi suspirando– Cuéntamela – Pidió interesada tomando el vaso de jugo que le ofrecí

– Empezamos como una industria automotriz pero con el tiempo nos fuimos abriendo espacio hacia la tecnología cuando empezó a liarse con nuestra industria, y de ahí nació este edificio como sede principal, al principio era solo para hacer negocios y que se crearan los bocetos de los nuevos vehículos que sacaríamos al mercado, firmar acuerdo y todo eso pero en el proceso nos fuimos abriendo paso a la tecnología celular y posteriormente a artefactos más grandes, comenzamos a crear software para cualquier aparato pero no teníamos algo propio y comenzamos a crear teléfonos con nuestros programas y luego en computadoras pero no lo hacemos en masa, siempre se fabrican una cierta cantidad por año, nuestro verdadero negocio es la industria automotriz y la complementamos con lo tecnológico – Quizás fue un poco más corto. Cuando termine me encontraba mirando por el panorámico hacia el horizonte cuando comencé a escuchar aplausos y voltee

– ¡Bravo! Bravo – Era Erick que estaba de regreso – Contándole sobre las hazañas de tu empresa en momentos en los que creo que ni siquiera existías

– Erick, Dime algo, ¿Te gusta tu trabajo? – Dije burlón él sabía lo que significaba cuando decía eso. No lo votaría, pero siempre le hacía bromas al respecto – Yo hice todas las propuestas para mejorar y ser lo que somos hoy en día ¿No? 

– Es cierto – Soltó mientras se sentaba – Hasta se hizo un curso de diseño para dibujar en digital todas sus ideas – Continuó diciéndole a Katherine – Gracias a eso nos asociamos con una empresa del entretenimiento y de vez en cuando nuestros vehículos salen en alguno que otro juego – Es… ¡Interesante! – Expresó penetrándome con su mirada – Si Kate

– ¿Él es parte del grupo del que hablabas? – Continuó sin prestarle atención a Erick

– Lamentablemente si – Reí – aunque la mayoría de las veces bromeamos debo decir que es excelente en lo que hace

– Gracias, papi – Soltó serio al fin – Ya sabes que todo lo hago por ti porque soy solo tuyo – Y ahí estaba de nuevo

– Bueno termínale de dar sus juguetes – Señalé

– ¡Ah! Si Kate, de ahora en adelante deberás usar únicamente esta computadora, si te conectas en internet será desde aquí y tu teléfono, todo está conectado a nuestra red, siempre te estaré protegiendo y otra cosa – Interrumpió sacándose algo del bolsillo – Toma este pendrive, tiene un virus digo… un programa que hace que al conectarlo a cualquier computador o Tablet le saques toda la información sin tener que hacer nada, luego lo conectas en la tuya y podrás leer lo que se haya guardado siempre deberás borrar lo que hayas guardado para que no se sature solo tiene diez terabytes y por último, tu celular viene con un programa para recuperar datos borrados, si en algún momento quisieras buscar alguna información que hallan borrado puedes conectar tu celular remotamente o por el cable, ¿Entendiste? – Cuestionó 

– Sí, creo que sí, tendré que familiarizarme pero por lo demás creo que podré acostumbrarme – Nos quedamos en silencio – ¿Nadie podrá acecharme?– Aparte de mí y tus pretendiente no, nadie más

– Genial

– Porque no podemos vivir siempre con la idea de que somos monitorizados

– Erick te protegerá en el mundo intangible, pero lo que hagas allá afuera te podrá hacer daño, ¿Estas consciente de eso? ¿Estas dispuesta a asumir las consecuencias? – Sus ojos me miraban con gran expectación

– No se cuales sean las consecuencias que puedan tener mis actos, pero las acepto y me hago responsable – Responde

– Entonces ¿Un brindis? – Propuse y fui a llenar tres vasos con algo de licor, ella se levantó y me siguió junto con Erick – ¿Por qué brindaras? – Pregunte dándole su vaso

– Por la venganza y las justas causas– Me parece sensato, ¿Y tú?– Yo, creo que brindo por que todo salga bien y no tengamos muchas novedades – Levanté mi vaso pero me detuvieron

– ¿Y tú? – Preguntó Kate. Me miraba directo a los ojos siempre como queriendo decir lo que no podía con palabras. Ya me comenzaba a acostumbrar a verlos

– Si, tu porque Will– No lo sé no tengo algo porque brindar– ¿Seguro? – Preguntó mirándome con sus ojos verdes de nuevo

– Esta bien, brindo por ti – Expresé – ¡Mi dama de hierro! – Solté sin pensar en nada mas, ella sonrió mostrando sus perfectos dientes blancos por primera vez. Logre ver que sus pupilas se dilataron y entonces chocamos los vasos

– Ya me tengo que ir – Señaló después de unos tragos a su bebida– ¡Tan rápido!– Sí, tengo que terminar de arreglar algunas cosas y prepararme, ya sabes– Trata de no chocar antes de llegar a tu casa – Señalé– Si, esta chica conduce de miedo, ¿Sabes quién le enseño?– De seguro tú no porque conduces como una ancianita – Sonrió de nuevo mientras salíamos y llegábamos al ascensor– ¡Hey! – Exclamo mientras tocaba el botón– Nos vemos – Los despedí, más a ella cuando entraron – Adiós Katherine

– Adiós Williams – dijo mientras las puertas se cerraban y todo hubiera sido perfecto. Yo dije su nombre y ella susurró el mío a modo de despido incluso creo que sentí mi corazón latir

– ¡Adiós! ¡Corazón…!  – la vos de Erick se cortó cuando se cerraron las puertas dejando algo de su eco en el ambiente. Sonreí igual no me quedaba de otra y regresé a mi oficina

Esa chica movía algo en mí, era tan oscura y con autoridad ¿Cómo sonaría mejor su diminutivo? ¿Kate? ¿Kattie? ¿Kit? ¿Kat? ¿Katy? ¿O era mejor Katherine? Era joven y atractiva, de pronto tuve la sensación de haber experimentado la misma vivencia. ¿Acaso me estaba enamorando? Creo que eso era imposible, a penas la conocía. Deshice todo pensamiento de mi mente y tratando de no evocarlos nuevamente me concentré de nuevo en el trabajo. Debía de empezar a buscar a alguien que me reemplazara. Aunque ya estaba Kim que comenzaba a aprender todo. Seguía pensando en Katherine cuando tocaba el saxo a casi la una de la madrugada. Algo de “Armstrong” dejé el instrumento sobre el mueble de mi sala y me fui a mi cuarto a dormir. ¡A tratar de conciliar el sueño!

***

Tomaba mi café matutino de las cinco, quizás era un poco más tarde, había despertado más temprano de lo habitual hoy. Mi vida era rutinaria, siempre hacia lo mismo no hacía algo distinto, de aquí hasta el trabajo y de regreso, excepto por los últimos días que me hacía dar cuenta de lo aburrido que era mi vida hasta ahora

– ¿Por qué tan pensativo? – La voz de Andrea irrumpía casi al mismo tiempo que entraba– ¿Por qué tan temprano aquí? – Pregunté sin darle importancia a la suya mientras dejaba mi taza sobre la mesa del comedor– No pude dormir, ¿Hasta qué hora tocaste? Me quede dormida escuchándote y de pronto ya había amanecido– Estuve hasta temprano

– Uhm, conociéndote de seguro te quedaste hasta hace rato, deberías tratar de dormir un poco más

– Tampoco – Expuse levantándome del asiento– ¿A dónde vas?– Por el periódico, claro

– ¿A esta hora? 

– Si

– ¿Justo cuando vengo a verte?

– Por eso mismo– ¡Eres un…! – Cierro la puerta antes de dejarla terminar

Salí de mi apartamento y tomé el ascensor, y tanto era mi inercia de vida que ni me di cuenta de que ya estaba en el quiosco de siempre. De regreso decidí mirar al cielo gris, las aves y los árboles. Nunca antes me había detenido a tomar el aire, ese que incluso te hace tener recuerdos.

– Definitivamente no sé cómo pude haber vivido antes sin ti – Musito a la naturaleza, pero al parecer alguien más escucha

– Yo si – Volteo a mirar quien era – ¿Hablando solo? – Examinó– Algo así, ¿Qué haces por aquí? – Indagué algo asombrado– ¿Quieres que te diga la verdad?

– O una mentira quizás – Se me quedó mirando y el silencio se hizo estremecedor – Si, siempre – Indiqué rendido

– Vivo cerca, por eso siempre paso cerca de tu edificio 

– Las cosas de la vida ¿No? ¿Cómo es que no nos habíamos encontrado antes? entonces – Indagué sin prestarle mucha atención con un tono de interés mientras la invitaba a sentarse con mi mano en un banco, habíamos caminado cerca de una plaza un poco grande

– Sí que es raro ¿No? – Yo vengo a comprar el periódico y revistas algunas veces

– Quizás sea eso, yo también paso poco, solo vengo por café y galletas o ponqué – Señaló mientras dejaba una bolsa de panadería entre los dos y le daba un sorbo a su café mientras comenzaba a leer mi periódico – ¿Quieres una? – preguntó distrayéndome de mi lectura 

– Gracias – Solté tomando una y regresé en donde iba – ¿No es muy temprano para comer azúcar?– Es un hábito – Ya quisiera saber porque – Y no son galletas como las que crees, deberías probar otra – Insiste – Mejor dime – Indiqué doblando el periódico, dejándolo en el asiento y volteando a mirarla directo a los ojos – ¿Por qué ese hábito? 

– Es algo complicado – soltó mirando a lo alto de los arboles mientras mordía otra galleta – Es como lo que dicen de que cuando tienes algo una única vez en la vida y ya no lo puedes tener te quedará en el inconsciente y buscarás disfrutar de eso nuevamente – Levanté una ceja

– Sí que es complicado, yo creo que esas galletas tienen algo más que solo harina y azúcar – Bromeé y regresé al periódico 

– Hace frio ¿verdad? – Dijo después de un rato

– Es por la hora y por la época, ya estamos cerca de la navidad – Recordé el cumpleaños de Sara. A penas estábamos a la primera semana de este mes, pero su cumpleaños ya era dentro de una o quizás dos semanas. Ya debía de pensar en algún regalo

– ¿A dónde vas? – Preguntó cuándo me levanté– Me voy– ¿Sin despedirte?

– ¡Si! – solté cuando iba a unos metros – ¡Y trata de no tomar más café! – La cambiaba, aunque sin perder su esencia y misterio que la rodeaba. ¿Por qué no habrá podido volver a disfrutar de un café con galletas mañanero?

Deshice mis pensamientos cuando metía la llave en el cerrojo y entraba a mi apartamento, deje el periódico y las revistas sobre la mesa para marcarle a Kim que atiende casi en el último tono antes de que se caiga la llamada y por supuesto a penas se levantaba, le deje encargado que me sustituyera hoy. No había mucho para hacer y me venía perfecto porque así sabría su evolución en lo que iba de mes. Me senté a leer mi libro para cuando Andrea entraba en la cocina y por supuesto como siempre no podía limitarse a cocinar lo que tuviera que cocinar

– ¿Qué lees? – Preguntó, más por aburrimiento que por curiosidad

– ¿Por qué siempre tiene que haber alguien que pregunte eso? ¿Acaso no se dan cuenta que hacen que me distraiga? ¿Qué lees? – Remedo – Si lo supiera no lo estaría leyendo, Es exasperante 

– Bueno ya no te molesto – Soltó y el silencio se hizo en todo el hogar– “Bajo la luz tenue” – Respondí de pronto

– Ya no quiero saber – Esto sí que era divertido – Llevas mucho tiempo leyéndolo – Añadió al rato

– Es más pesado y no es por la tapa ¿Qué es?– ¿Un libro más largo? – Al fin alguien lo adivinaba, aunque ella lo preguntó. Decidí no confirmarlo– Señor – Si– Llegó esto para usted – Matthew entró y dejó una bolsa sobre la mesa– Gracias – De nada, señor – Dijo y dio la vuelta para marcharse– ¡Ah! Matthew – ¿Si? – Respondió virándose cerca de la puerta

– Saldremos después de desayunar, primero iremos a donde ya tú sabes y luego al centro comercial de siempre

– Está bien, estaré esperando – alegó para salir

– Si Matthew fuera otra persona ya le habría preguntado qué sitio es ese que ya él sabe, de seguro podría chantajearte para conseguir un mejor sueldo

– Y por eso es que no lo sabes

Era cerca del mediodía y todavía no sabía que elegir para Sara, lo que conseguí primero era más para mí que para ella, pero, nada llamaba mi atención, dimos vueltas y vueltas buscando algo a través de los vidrios y nada, comencé a pensar en cuando nos conocimos y me paré al frente del vidrio de un local a ver algunas cosas que tenían. Éramos jóvenes hablábamos quizás un poco más, aunque yo creo que era el mismo antisocial de ahora y entonces lo recordé, ella siempre quiso uno de esos, recordé cuando me lo contó y entonces pedí que lo envolvieran y me lo llevé, también compré algo para Kate que era la autora de todos mis últimos regalos, el de esta mañana era una botella de vino de “Massandra” ¿Por qué hacía eso? ¿Por qué podía? O ¿Por qué quería? Lo más curioso era la nota, me escribió en código binario, que no me molesté en develar pensaba en otras cosas

– Entonces ¿Nos vamos? Señor – Preguntó mirándome por el retrovisor – ¿No se olvida de algo?– No Matthew nos vamos no me olvido de nada, eso será todo por hoy

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