―¿Cómo de íntimo?
―¡Que se liaron, vamos!
―¡No jodas!
―Como lo oyes. Y tu madre, como es lógico, puso tierra de por medio.
Sonia llegó a casa cerca de las dos de la madrugada. Sabía que debía irse a dormir si no quería levantarse como una muñeca de esas Monster High que estaban tan de moda, pero no pudo resistirse a coger el taco de postales y seguir leyendo.
Málaga, 8 de agosto de 2010
Hola Sonia,
Te escribo desde la playa con todos los domingueros. Nunca me ha gustado venir en domingo, pero últimamente me he prohibido mantener tantas costumbres, y me estoy desquitando. ¿Qué sentido tiene hacer las cosas de una manera o de otra? Si al final lo que cuenta es el resultado, y este, a veces, es el mismo hagas o dejes de hacer. Lo estoy pasando muy bien, no recuerdo la última vez que vine solo a tomar el sol. Aunque ahora que lo pienso, es como si hubiese venido contigo. ¡Te presto un trocito de mi día de playa! ¿Lo aceptas?
Besos, Richard.
PD: Se ha puesto el sol. Sin noticias de Sonia.