Capitulo 9

Adara Petrova

Tres semanas en Italia y parecía que ya me había acostumbrado al ambiente. No parecía tan asustada en la mansión pero aun asi los miembros de esta familia me intimidaban demasiado.

Todos menos Antonella y Flavio quienes eran los que más tiempo pasaban conmigo, Alessio pasaba vigilando apenas me tenía en la misma habitación que el, Luca seguía intimidando, dejándome en claro que si hacía algo sería él quien cobraría la paga, Hades manteniéndome cerca y vigilada, Chiara simplemente ignoraban medio mundo.

Aprendía cada día un poco más de Italiano, cuando ya logre manejar lo básico Antonella empezó a guiarme para establecer conversaciones sin problemas aunque aún me dificulta en ciertas palabras. El Italiano era complicado. Aún así, seguía hablando mi lengua natal y eso a varios les molestaba ya que por alguna razón estoy aprendiendo Italiano, para evitar usarla acá en Italia.

—¿No hay libros de cocina?—interrumpo la sesión con Antonella

Ella alza la mirada y entrecierra sus ojos hacia mí.

—¿Libros de cocina?—pregunta dejando salir su perfecto Ruso aunque con un toque de Italiano.

—Si, me gusta mucho cocinar y desde que estoy aquí no lo he hecho—me siento en la cama

—No hay razón para que cocines, están las del servicio

—Me gusta, me ayuda a distraerme—encogí mis hombros

—Sígueme—me hace una seña

Me paro de la cama siguiéndola y salimos juntas de la habitación, el día de hoy estaba soleado y despejado, aunque no hacía mucho calor que díganos pero ayudaba para la temporada.

Antonella me guía hacia una habitación y al entrar era una gran biblioteca, en uno de los sofás de ella encontramos a Chiara que estaba sumida en su lectura.

—Sorella, ci sono l***i di cucina qui intorno?

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—terza navata sul lato destro

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Entendía muy poco lo que hablaban aunque sí pude deducir algunas palabras. Hermana, libros, por acá y derecho.

—Sígueme—me hace una seña

Caminamos alejándonos de Chiara que seguía sumida en su lectura, llegamos a un pasillo y entramos por él en medio de dos estanterías gigantes llenas de libros.

Zaria se volvería loca al tener esto frente a ella. Sonrió levemente y Antonella revisó las estanterías mientras que yo hacía lo mismo. Había libros de todo tipo, lenguaje, ciencia, antigüedad, romance, historias, leyendas, mitos y más.

—He encontrado uno—me avisa Antonella

Volteo hacía ella y agarra un libro para luego limpiar su tapa y me acerco a ella, agarro el libro y lo abrió dejando ver la primera página donde tenía un hermoso título.

Ricette Italiane

Dolci

Biglietti

piatti inferiori

E altro ancora

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—¿No hay uno en ruso?—pregunto

—No—responde—todo aquí está en Italiano

Hago una pequeña mueca mientras acariciaba las letras del libro.

—Te ayudará, aprenderás más rápido el Italiano

Asiento mientras que cierro el libro y lo pego a mi pecho.

—¿Puedo llevarlo?

—Claro, siempre y cuando lo acabes lo dejes en su lugar

Asiento sonriendo sabiendo que tendría una tarde más entretenida al conocer las recetas Italianas. Salimos de la biblioteca y Antonella me deja en mi habitación, me quedo sola en ella y me recuesto en mi cama para luego abrir el libro y comenzar a conocer su contenido.

••••••••••••••••••••••••••

Los días pasaron y Hades tuve que ausentarse por un viaje de negocios según Flavio, dejando a Alessio a cargo de toda la familia mientras que él se ausentaba en la mansión.

Mi tarde se basaba en leer el libro de recetas y aprender un poco más de Italiano, Antonella me ayudaba en algunas cosas que no lograba comprender.

Era de noche y aún me mantenía despierta en mi cama bajo la poca luz de la habitación, cambio de ojo pasando a una nueva receta. Traté de averiguar su preparación a base de la traducción que lograba identificar, anotaba en una libreta las palabras que no comprendía para preguntarle el día de mañana a Antonella.

Me detengo por la sed que me dio y dudo si en verdad bajar a la cocina en busca de un vaso de agua. Encogí mis hombros sabiendo que nadie a esta hora de la noche estaría despierto. Salgo adentrándome al silencio y oscuridad de los pasillos. Camino lentamente mientras me encaminaba hacia el pasillo que me llevaría a las escaleras.

Ya en el primer piso me dirigí al comedor para luego entrar a la cocina, buscó un vaso y luego lo lleno hasta la mitad con agua, bebo con tranquilidad y decido llevarme un vaso a mi habitación para no tener que volver a bajar.

Camino por el comedor y en ese instante una luz se enciende, me sobresalto encontrándome a Alessio que me miraba fijamente entrecerrados sus ojos grises.

—Cosa fai fuori dal letto?

<<¿Qué haces fuera de la cama?

Frunzo mis labios mientras que no comprendía del todo su frase, hago una pequeña mueca mientras mantenía el vaso de agua aún en mis manos. Alessio simplemente suspira.

—¿Qué haces fuera de la cama?—pregunta esta vez en Ruso

—Venía por un vaso de agua—respondo algo nerviosa

—¿Venías por agua o escaparías aprovechando que mi hermano no está?

—¿De que me ayuda? Iría tras de mí de todos modos

—Y no te equivocas—me da una leve sonrisa y me mira fijamente—. No me creo ese cuento tuyo que solo estabas en el bar por agua.

—Lo estaba—aseguro

—Me pregunto, ¿qué hacía una mujer como tú sola pasada de la media noche en un bar? ¿Sabes lo mal visto que se ve eso? ¿Sabes la reputación que debe de estar pasando tu familia?

—Se que es mal visto pero simplemente pase por un vaso de agua, llevaba rato corriendo

—¿Qué hacías corriendo?

—¿Acaso no puedo?—pregunto

—Una persona normal y corriente lo haría, personas como nosotros no—responde—. Flavio nos dijo que ibas de camino a un terminal, ¿huir de tu familia? ¿En verdad ibas a huir o simplemente esto es una trampa de la Mafia Rusa?

—No se que planean ellos, jamás padre me ha dejado involucrarme en esos temas. Soy mujer y mi deber es casarme

Asiente y bebe de su trago para luego inclinarse en la mesa y apoyar ambos codos en ella.

—¿Qué hacías fuera de tu casa a la media noche?

Trago grueso dudando si en verdad decirle la verdad, nadie hasta ahora sabía el porqué llegué a ese bar en plena noche y me aterraba decirlo, ellos mismos podrían entregarme a mi familia. Suspiro mientras dejo el vaso en la mesa.

—Mi padre iba a casarme—comienzo—. El me vendió a uno de los Caporegime de la Mafia Rusa sin dudarlo, mi prometido tiene cuarenta y nueve mientras que yo solo tengo dieciocho años—sonrió forzadamente—. No quería casarme pero no había opción, el Boss había aceptado mi compromiso y para estas fechas yo debía de estar casada. Esa noche fue mi compromiso y luego huí sin que nadie lo notará.

Alessio me mira fijamente y suaviza su mirada poco a poco. Trago grueso.

—Por esa razón, quería llegar a un terminal y tomar la ventaja de salir de la ciudad y quizás tomar un vuelo a otro país, pero acabé acá—señalo a mi alrededor—. Pase de una jaula de oro a otra, ¿Irónico no?

—¿Quién era el Caporegime?

—Leonardo Vlasov—digo

—Lo ubicó, tiene una hija llamada Sofía que es un año más joven que tu y su difunta esposa Luisa que murió hace dos meses—me relata y asiento

—Mi propio padre me vendió a él sin dudarlo y me realizó la prueba de la pureza, dudaba hasta de su propia hija que no salía más allá de las puertas de su propia habitación—le comento—. No soy capaz de ayudar al bando que me hizo sufrir tantos años por estúpidas reglas sin contar el infierno que vive en la mansión.

Alessio me mira sin decir nada y trago tratando de mantener la compostura, tomo mi vaso de agua y me retiro del comedor dejándolo solo en aquella habitación.

Llegando a mi habitación dejé el vaso en la mesa de noche y me senté en la ventana, apoyó mis rodillas a mi pecho dejando que unas lágrimas silenciosas bajaran por mis mejillas.

Quería venganza. Quería vengarme de padre quien me vendió a alguien sin dudarlo. Quien dudo de mí propia pureza sometiéndose aquella revisión.

Quería vengarme de cada golpe que me dio.

Cada grito, cada mal rato que le hizo pasar a madre, cada jaloneada. Quería vengarme de aquella cicatriz de mi costilla izquierda que me hizo cuando era una niña.

Quería vengarme por todo lo que me hizo pasar y creer en la mansión.

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