Una ansiosa Amelia se paseaba por la pieza caminando sin parar, sus padres la miraban preocupados ya que podian sentir el miedo y la ansiedad brotar de ella en grandes cantidades haciendo pesado el aire del cuarto donde estaban por proteccion.
Cada casa estaba diseñada con una habitación de proteccion en caso de ataques para que cada familia pueda protegerse.
–Hija quizas deberias sentarte un momento –mencionó su madre viéndola rascar su cabeza.
–¿Y si algo le pasa? –respondió ella comenzando a morder una uña–. ¿Quien lo cuidara?
Su madre suspiró y se colocó de pie acercándose a su pequeña hija, la sujetó por los hombros y conectó su mirada con la suya.
–Todo estará bien, tiene los guardias y a su beta que lo cuidarán.
–Pero… quizas debió quedarse aquí refugiendose también.
–Es su deber hija –habló su padre a su espalda–. Aunque él quisiera, jamás se quedaría atras, su instinto no se lo permite.
–Lo sé, pero…
Bajo la vista mientras mordia su labio gentilmente, la preocupacion la co