Capítulo 3

Ya habian pasado dos años desde que la pequeña Amelia habia llegado a la vida de la joven pareja. Si bien, al inicio fue dificil; ya que tuvieron que aprender a ser padres del día a la mañana, lograron adaptarse a ella y a su nueva vida. 

La pequeña de dos años amaba incondicionalmente a sus padres, tal como ellos la amaban a ella. No hubo problemas hace años cuando la fueron a inscribir, ya que el Alpha habia dado un anuncio hacia toda la manada esa misma noche sobre la nueva integracion en sus tierras.

Y pese a los miedos que los padres lobos tuvieron sobre su nueva hija, nadie nunca fue mal aducado o hirientes con su hija. De hecho, ella era muy querida dentro de la comunidad y todos la cuidaban ya que sabian que era un eslabón fragil dentro de la manada.

James por su parte, no volvió a acercarse a la familia de lobos, pero desde la distancia los observaba y se aseguraba de que nada le faltara a la pequeña; como lo hacía justo en ese momento. Si bien, sus acciones mayoritariamente eran guiadas por su lobo que le exigia verla, con el paso del tiempo él mismo comenzó a preocuparse por ella. 

Aquellas reacciones seguían inquietándolo y pese a que intentó investigar, no ha podido dar con la posible razon del porque su Lobo reacciona así con la pequeña humana. Porque la verdadera razon de su miedo se debia a que él ya habia reaccionado así con alguien. 

Una hermosa loba que lo cautivo desde el primer momento. 

Una loba con la que vivió hermosos años. 

Hasta que la tragedia los golpeó.

Hasta que las consecuencias de ser Alpha los alcanzó. 

La risa de la humana lo sacó de sus pensamientos y guío sus ojos hacia el patio de la familia, donde Lila se encontraba con Amelia sentadas en una manta en medio del pasto y rodeadas de juguetes de la pequeña. 

Su lobo se removía en su interior pidiéndole acercarse, pero James como siempre lo ignoraba.

–¿Dónde estás? –escuchó la voz de beta atraves del enlace.

James rodó los ojos al oírlo, ya que nunca podía escapar ni una hora de él.

–Dando una vuelta por la manada. 

–No me mientas, otra vez estás vigilándola ¿cierto?

El Alpha bufó y negó.

–No –respondió dándole una última mirada a la pequeña niña que jugaba con su madre corriendo alrededor de ella–. Estoy recorriendo los alrededores. 

–Haré como que te creo –su beta río–. Acércate a la mansión, llegó tu pedido.

–¿Ya? –comenzó a correr en direccion a su hogar–. Lo pedi hace dos días.

–Bueno, ya llegó. Lo dejaré en tu despacho.

–Bien, enseguida voy.

Corrió lo más rapido que sus piernas se lo permitieron para llegar a su casa, aquel libro sería el que le de las respuestas que él necesitaba. Le costó encontrarlo y tuvo que pagar más de lo necesario, pero al menos ya estaba aquí.

Entró directamente por la puerta que daba hacia el bosque y sin saludar a nadie avanzó rapidamente hacia su despacho. Cerró la puerta tras de él para no ser interrumpido y se acercó hacia el libro que se encontraba envuelto sobre su escritorio.

Una hora estuvo leyendo el contenido de aquellas páginas amarillas, una hora en la que todas sus preguntas fueron contestadas.

Ignoro el sonido de quien fuera que tocara su puerta, aunque sabía por el olor de quien se trataba, pero toda su concentracion estaba en otra cosa. 

La puerta se abrió y Karina ingresó en el despacho de su hijo encontrándolo sentado tras su escritorio, con una mano afirmando su mentón y sus ojos fijos en un libro que jamás habia visto.

–¿Qué es eso? –preguntó su madre acercándose a donde él estaba.

–Un libro –respondió él rogando que su madre no hiciera más preguntas. 

Porque no queria responder ninguna, ya que si hablaba de aquello significaba asumir las palabras que habia leido ahí y aún no sabía cómo sentirse al respecto.

–Puedo notarlo, ¿pero sobre qué trata? 

James se mantuvo en silencio aún con los ojos pegados en aquellas páginas y su madre al notar la negativa de hablar se acercó aún más y comenzo a leer.

–¿Segundas compañeras? –ella preguntó, pese a que sabía el porqué su hijo averiguaba sobre eso–. ¿Por qué estás leyendo sobre eso?

–Nada importante –mintió.

–No me mientas, ¿Encontraste otra compañera?

El corazón de James se aceleró ante aquella pregunta, porque la respuesta era lo que temía. 

–James…–su madre presionó para que él lo admitiera. 

Ella sabía que su hijo rechazaría aquella noticia, lucharía con dientes y garras para evitarlo, pero era inevitable.

–No lo sé madre…–suspiró el Alpha–. No lo sé…

–Creo que si lo sabes hijo –su madre lo miró con compasion, viendo esos hermosos ojos café que hace tiempo no veía–. Y creo que también sabes quién es. 

–No –él negó parándose y dándole la espalda para ver por la ventana–. Es imposible, no puede ser.

–Hijo mío…–Karina lo siguío abrazándolo por la cintura–. Sé que sufriste mucho, pero la diosa luna te ha enviado una segunda oportunidad de ser feliz. 

–No…–él negó con un nudo en la garganta al recordar a Natalia–. No merezco una segunda oportunidad… no merezco nada…

–Sí la mereces, siempre nos preguntamos el porqué no te sucedió nada despues de la tragedía… el porqué seguias con nosotros y ahora sabemos la respuesta –Karina intentó transmitir paz por en enlace que compartian, ya que sentía la lucha interna de su hijo–. Ella es la respuesta mi tesoro, no la desperdicies.

–¿Por qué la diosa Luna me hace esto madre? ¿La he ofendido de alguna manera? –preguntó con el nudo en su garganta cada vez más grande.

Karina frunció el ceño y lo rodeó para quedar frent a él.

–¿De qué hablas? 

–Dices que es mi segunda oportunidad, pero…–suspiró–. Como la mantendre a salvo, si nisiquiera pude proteger a Natalia y ella era como nosotros; ¿Asi que explicame como mantendre a salvo a una humana?

–Hijo…

–No madre, ya tomé mi desicion –contestó con seguridad, pese a que cada parte de su cuerpo se oponia a ella–. Me mantendre lejos de ella, no merece que traiga peligros a su vida, ni dolores –se volvió hacia su escritorio y se sentó–. Esta mejor así, además aun es pequeña, nisiquiera sabemos si es verdad.

–¿No te has visto al espejo últimamente?

–No –James frunció el ceño ante la pregunta–. ¿Por qué?

–Tus ojos volvieron a ser café tesoro mío –dijo su madre sorprendiendolo–. Creo que aunque quieras negarlo, las señales estaran ahí y no podras hacer nada para evitarlo.

–Sí puedo, soy un Alpha –trató de convencerse a él mismo–. Mi fuerza de voluntad es mayor que la de cualquier otro, así que si quiero mantenerme lejos de ella lo haré.

–Disfruta mientras puedas, porque ella aún es joven y su olor no ha madurado –su madre acarició su cabello antes de caminar hacia la puerta–. Pero cada año su esencia aumentará atrayendote y cuando cumpla la mayoria de edad no habra nada que puedas hacer para luchar contra la conexión.

La puerta se cerró dejando flotando en el aire las palabras de su madre, aquellas que él sabía tenían razon. Porque aunque podia sentir un ligero aroma proveniente de ella que lo atraía aún no era con tal intensidad como cuando sintió el de Natalia. 

Pero su desision estaba tomada, pese a que su lobo no concordaba.

Se mantendría alejado de ella.

Por su propio bien.

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