—¿Y crees que tenga relación con todo esto? —preguntó Taylor, un poco desconcertado.
Me encogí levemente de hombros al admitir. —No lo sé, pero es un punto de partida. ¿Puedes investigar un poco más?
—Claro que sí, veré qué puedo encontrar.
Asentí y apoyé una mano en su hombro, apretándolo con fuerza durante un segundo.
—No sé qué haría sin ti —le dije—. Gracias, de verdad.
Taylor sonrió, apenas.
—Para eso estoy aquí —respondió, con ese gesto tan suyo, entre serio y confiado.
Nos separamos poco después y yo regresé a casa. Era tarde, por lo que Matthew ya estaba dormido. Judy se pasó el día entero organizando la boda junto con Irene y Nan, para cuando entré al salón, las tres estaban rendidas en el sofá.
Sin darme cuenta, esa imagen me arrancó una sonrisa; Irene dormía con la cabeza apoyada en el hombro de Judy y las dos se veían en completa calma. Nan estaba hecha un ovillo en el otro sofá, roncando suavemente.
Pensé en grabar un video para enviárselo a Chester, pero en ese instante