—No irás sola a la Mansión Blackwell —le dije sin rodeos.
—Entonces, ven conmigo —respondió sin pensarlo—. Me sentiría más tranquila si estás ahí.
Asentí. —Bien, iremos mañana. Pero si noto algo fuera de lugar, nos iremos en ese instante.
Su sonrisa se iluminó de golpe y se inclinó hacia mí para besarme con esa intensidad que siempre me desarmaba. La sostuve un momento más, antes de separarme.
—Ah, y otra cosa —murmuró, jugando con su labio—. Le dije a Irene que mañana tenía una cita con Eliza, porque no quería decirle que iría a ver a Selene. Así que tendremos que agendar una cita real, para no quedar como mentirosa.
La seriedad de su tono me sacó una carcajada.
***
El camino hacia la Mansión Blackwell se extendió como si la carretera quisiera retrasarnos. Los árboles cerraban el paso y la neblina reptaba por el pavimento, era como si ese lugar se alimentara de secretos.
Judy estaba callada, mirando hacia afuera, mordiéndose el labio como cuando intenta ordenar los pensamientos que to