Punto de vista de Judy
Me alegró mucho ver a Nan en la cocina de la casa de la manada, concentrada trabajando junto a su compañero. Los dos se veían tan felices y tan en su elemento que no pude evitar sonreír, a pesar del nudo que sentía en el estómago.
Cuando Nan me vio en la entrada, su sonrisa se amplió.
—Judy, hola —dijo, dejando lo que hacía y caminando hacia mí.
—Hola —respondí, abrazándola y hundiéndome en su calor. Después de todo lo que había pasado en el día, fue un alivio ver una cara conocida y reconfortante. Mi cabeza era un caos, y necesitaba hablar con alguien, necesitaba a mi mejor amiga—. Me alegra verte. No pensé que estarías aquí.
—Cerré temprano por una convención, así que vine a echar una mano —explicó, soltándome un poco. Pero al mirarme, su sonrisa se desvaneció—. ¿Qué pasó?
—Fue un día pesado —le dije, conteniendo las lágrimas—. Tengo mucho que contarte.
Nan lo entendió enseguida y se volvió hacia su compañero.
—¿Puedes encargarte por un rato? —preguntó.
Chester