Me giré justo cuando Judy chilló y saltó de mis brazos.
Negué con la cabeza, sonriendo mientras ella corría por el campo de entrenamiento hacia los brazos de su mejor amiga.
Nan se rio y envolvió a Judy en un fuerte abrazo.
Miré a Chester, que llevaba a un niño pequeño en sus brazos y la pañalera colgada del hombro.
Asentí mi saludo y él me lo devolvió con una sonrisa mientras se acercaba.
—Hola, Alfa —dijo Chester.
Puse los ojos en blanco.
—Sabes que puedes llamarme Gavin —le recordé—. Ya somos prácticamente familia.
Él se rio.
—Sí, supongo que es una costumbre que no puedo quitarme.
—¿Dónde está la cumpleañera? —preguntó Nan, buscando a mi hija de un año.
—Se está cambiando con Irene —le dije—. Bajará pronto.
—Le encantará el regalo que le compramos —dijo Nan, con una brillante sonrisa en el rostro.
—Hola, tío Gavin y tía Judy —dijo Emalyn mientras caminaba hacia nosotros, sus coletas rubias rebotando y su vestido fluyendo de manera uniforme alrededor de su pequeño cuerpo.
Era extrañ