Punto de Vista de Judy
—¡Matt, ve a ponerte los zapatos! —le digo al pasar por la puerta de su habitación.
Mi emoción era evidente en mi tono mientras bajaba las escaleras, sonriendo a Irene al llegar al último escalón.
—Iré a asegurarme de que se esté poniendo los zapatos —dice Irene, pasándome de largo.
—Gracias —le contesto—. Tenemos que irnos pronto. No quiero llegar tarde.
—Nan entenderá si llegamos unos minutos tarde. Tampoco ayudó que tuvieras náuseas matutinas literalmente toda la mañana.
Este embarazo de verdad me estaba afectando; tenía poco más de cuatro meses y ya sentía el desgaste de este bebé.
Observé mi pequeña barriga y suspiré.
—¿Alguna vez me vas a dejar comer de nuevo? —le pregunté a mi bebé no nacido.
—¿Hablándole al bebé otra vez? Sabes que no puede oírte, ¿verdad?
Dice Gavin, asomándose por la esquina con una sonrisa socarrona.
Puse los ojos en blanco.
—Tú no sabes eso. Podría estar escuchando justo ahora —dije, acortando la pequeña distancia entre nosotros para