Me miró por un largo rato, y luego suspiró; he llegado a conocer ese suspiro. Se estaba rindiendo.
—Tienes que prometerme que le dirás pronto —dijo, entornando los ojos—. Todavía soy Luna, y me preocupo por ti, Judy. No quiero que te pongas en riesgo a ti o a tu bebé trabajando hasta enfermarte.
Asentí.
—Prometo, tendré cuidado.
Asintió a cambio.
Después de que terminamos en el doctor, regresamos a la casa de la manada con algunos de los Gammas designados para mantener a la Luna segura. El Alfa Sampson nos saludó; sus cejas se juntaron mientras me estudiaba.
—¿Está todo bien? ¿Cómo fue la cita con el doctor? —preguntó, cruzando los brazos sobre el pecho mientras me miraba.
—Estuvo bien —le dije un poco demasiado rápido—. Solo un virus estomacal. Me dio algo de medicina y me envió de camino.
—Entonces, ¿estarás bien para tomar tu puesto? —preguntó, ladeando la cabeza.
Miré a Lucy, quien mantuvo sus ojos apartados, antes de devolver mi atención a la cara interrogativa de Sampson.
—Sí, es