Alan
Él pone su mano sobre la mía haciendo presión para que la retire. Sé lo mucho que le molesta que lo enfrente, no le gusta perder y tampoco sentirse en desventaja.
—No vuelvas a besarla sin su permiso o te partiré la cara. —Lo solté escuchando como se reía.
—Jamás lo harías, una persona como tú no es capaz de golpear a alguien como yo. Y tranquilo, la próxima vez que quiera besar a tu nueva secretaria le pediré permiso.
—No seas ridículo Willie, no busques problemas conmigo.
—Ya veo que es lo que te molesta… que no seas tú el que la haya besado. Quieres ser el único que tenga el privilegio de probar a los empleados. Que egoísta eres.
—No Willie, lo único que quiero es que mantengas tus manos lejos de todo lo que tenga que ver con la empresa. No me interesa nada más. Y quedas advertido, si vuelvo a enterarme que estas obligando a mis empleadas a hacer algo que no quieren, te darás cuenta que en efecto puedo golpearte.
Él señala la puerta, sin desviar ni un solo segundo la mi