Gracias a los contactos que aún tengo de mis apuestas, consigo la dirección de Arlette y cuando me percato de que ahora vive en una zona exclusiva, aprieto mis manos en puños. Ella y la desgraciada de su madre viven una vida de millonarias, mientras que yo debo de esconderme para evitar a mis acreedores.
Desde hace un par de días he estado observándola y por suerte su rutina siempre es la misma, ella y la estúpida de mi esposa van a terapia, mientras que el vago de Federico hace lo que mejor se le da, ser un parásito para la sociedad. Sale de esa casa y ni idea a donde va.
Fiel a su rutina, observo cómo Arlette regresa de terapia y cuando la inepta de Agnes la acompaña, frunzo mi ceño, dado que tendré que modificar mi plan. Se suponía que mi esposa regresaría más tarde.
En cuanto entran a la casa, bajo de mi auto, mirando de un lado al otro y gracias a que no hay nadie alrededor, me acerco corriendo y toco el timbre, esperando darles una grata sorpresa.
Al cabo de unos segundos la pue