—¡Maldita sea!
Expreso en voz alta mientras hago bola el periódico entre mis manos. Victoria me suelta, nerviosa por mi reacción. Lo que me obliga a calmarme y disimular mi enojo para evitar que se entere de lo que está pasado. Es una noticia que puede causar daños irreversibles en ella, así que voy a hacer lo que sea necesario para protegerla.
—Ethan… ¿Pasa algo?
Susurra bajito y con expresión preocupada.
—No cielo, disculpa ―fuerzo una sonrisa y elevo la mano para acariciar su rostro con el dorso de mis dedos―. Acabo de enterarme de que mi equipo de beisbol favorito perdido anoche el partido y apenas ahora me estoy enterando ―espero que se trague la mentira―. Son rabietas de fanático.
Me inclino y le doy un beso en la frente.
—Has hecho añicos el periódico del consultorio —sonríe—, van a pensar que te has vuelto loco.
Lo lanzo al cesto de la basura, antes de que se le ocurra tomarlo de mis manos.
—Entonces en ese caso voy a gritarles que si estoy loco… ―muevo la mirada de sus