96. NO TE VAS A ESCAPAR DE MÍ
NARRADORA
No necesité más palabras de Saphir, me abalancé sobre el hombre para ayudarla a controlarlo.
La zarandeaba con fuerza mientras ella se aferraba, intentando empujar el émbolo.
Tomé los enormes brazos del tipo, mordiéndolo y siendo golpeada en el proceso, pero no me importó.
Luchó un poco más, pero definitivamente lo que Leila le inyectó era bien potente.
¡BAM!
Cayó al suelo como un pollo muerto y nosotros con él, jadeando, sudando y con algunas magulladuras.
Yo me llevé un puñetazo en la cara que me entumeció toda la mandíbula.
Estaba hecha talco.
—Vámonos, rápido, antes de que te descubran… —me dijo levantándose.
—¡Menos mal que me dio por regresar para ver si ya estabas consciente! —agregó, y nos ayudamos entre ambas, saliendo por la puerta que ella clausuró con un candado.
Ni le pregunté qué le había inyectado a ese tipo, pero esperaba que no se levantara de ahí… jamás.
Comunicamos con un pasillo que nos llevaba al estacionamiento.
—No, no, mi madre… ¡necesito rescatarla!