91. ¡ESA VIDA ES MÍA!
NARRADORA
«—Mami, yo, yo lo hago…
—Espera, cachorra… sshh… no despertemos a papá —a través del pasillo de una casa, la sombra de Greyson perseguía la espalda de una mujer.
Su cabello castaño caía hasta las nalgas, la bata de dormir ondeaba detrás de sus talones, su silueta femenina le parecía tan hermosa.
Cargaba a una pequeña de un lado y del otro, lo que parecía una torta casera.
Greyson no las podía ver bien, pero la curiosidad picaba en su alma.
Llegaron a una puerta de madera y la abrieron con suavidad; los rayos del sol entraban tenuemente por el ventanal.
Se escuchaban risitas amortiguadas, ellas iban a sorprender a alguien y la persona con tanta suerte dormía en la cama.
Greyson se quedó estupefacto al ver al macho entre las sábanas blancas.
Los rasgos no podían resultarle más conocidos, porque se trataba… de él mismo.
La bebé, de como tres años, fue bajada y gateó por sus piernas para sorprenderlo.
La mujer pelicastaña se paró al lado de la cama con la torta en las manos, mi