27. LUCHA POR EL PODER
AVA
Controlando un poco la rabia que me sofocaba, caminé hasta la máquina expendedora de cafés y llené dos vasos desechables; Greyson no había comido nada.
Quizás iba directo a otra humillación, pero me quedé de pie afuera de la habitación custodiada por dos guerreros.
Tomaba de mi café cuando la puerta corredera se abrió.
—¿Cómo está Owen? —me acerqué enseguida al Alfa.
—Está estable —me miró con los ojos azules llenos de cansancio.
—Toma un poco, no está malo —le ofrecí el otro vaso, había descubierto algunos de sus gustos.
Pero Greyson ni siquiera se inmutó, dejándome con la mano extendida.
—Claro, lo típico… —murmuré con un suspiro, pero a punto de bajar el café, él lo tomó.
—Pasa a verlo un rato, necesito aire, estoy cerca —me dijo y echó a andar por el pasillo.
Su ancha espalda se veía… derrotada.
Pasé a la habitación, donde el sonido constante de las máquinas me recordaba lo horrible de los hospitales.
Mis propios miedos, la imagen de mi madre consumiéndose, inundaron