Capítulo – Recuerdos de mi Ceguera
La luz de la mañana se colaba tímidamente por las rendijas de la persiana, dibujando líneas doradas en la habitación. Stephen se sentó en la cama, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre las manos.
El silencio era demasiado abrumador.
Estaba en el apartamento que había alquilado temporalmente en Alicante para ellos cerca del hospital para poder verse más tiempo entre guardia y guardia. Pero nada en él se sentía como hogar. Ni siquiera su bata de médico, colgada del respaldo de la silla, le recordaba quién era. Desde que perdió a Joselín, Stephen sentía que no era nadie.
Se levantó, descalzo, caminó hacia el pequeño cuarto del fondo. Uno que, semanas atrás, habían pintado juntos con el color que ella eligió, un celeste suave como el cielo de primavera.
Joselín había dicho riendo:
"Este cuarto, por ahora, será para los preparativos de la boda. Pero después… será para nuestro primer hijo. apenas yo me gradué . ¿Te imaginás una cunita ac