Capítulo – El Último Despertar Edward Jones se había pasado la vida en silencio. Acompañando, tolerando, justificando a su esposa Pero esa mañana, sentado junto a la mesa del desayuno, con el café temblando en su taza y la sonrisa de Margaret tan falsa como el resto de su vida, algo en él simplemente… se quebró. Escuchar a su hijo pedir un pasaje para regresar a Alicante había sido un alivio para él. Stephen quería irse. Quería volver con Joselín. Edward lo vio, por fin, como un hombre libre. Pero la calma duró segundos. Cuando Margaret se llevó la mano al pecho y gimió con esa voz de ópera barata, sintió que algo no cuadraba. Demasiado teatral su dolor y demasiado justo. Y luego la escena. La hija de Charlotte sacando un tensiómetro como si fuera una enfermera profesional, diagnosticando a su esposa con una presión altísima que no parecía sentir. Stephen corrió, como siempre, como el hijo ejemplar que ella no merecía. Y Edward se sintió viejo y tan cansado.
Capítulo – Cuando el Amor se VaStephen manejaba como si el corazón se le fuera en cada latido. El motor del auto de su padre rugía por las calles mojadas de Londres, pero el silencio dentro del vehículo era ensordecedor.No sabía si era lluvia lo que caía afuera… o el reflejo de todo lo que estaba perdiendo.Joselín.Ese taxi.Ese beso.Esa mirada que no alcanzó a ver, pero que ahora lo desvelaba por completo.—Decime que no era ella —susurró—. Decime que no era Joselín en ese taxi…Pero su mente no paraba de repetirlo.La vio. Sintió que era ella. Y si lo era, había visto todo.Todo lo que él no permitió, pero que bastaba para destruir lo que tenían.Llegó al aeropuerto jadeando, con el pecho al borde del colapso. Estacionó en cualquier lugar. Se bajó sin pensar. Entró corriendo, como un loco.No la vio.Consultó en el mostrador.Un vuelo reciente a Alicante había despegado hace menos de veinte minutos.—No... —susurró, apoyando ambas manos sobre el mostrador.Joselín se había ido.
Capítulo – El Vuelo del Despertar Stephen llegó al aeropuerto con el cuerpo agotado, pero la mente en llamas. No sabía cuántas horas había dormido en los últimos días. Tal vez ninguna. Tal vez no importaba. Lo único que tenía claro era que necesitaba llegar a Alicante. Joselín era todo su mundo. Y él la estaba perdiendo . Se sentó frente a la puerta de embarque, con la mochila apoyada en sus piernas, los codos sobre las rodillas y el rostro entre las manos. Su celular vibró. Un mensaje de Emily: “Estoy con papá. Te llama en un rato. Está bien.” Cerró los ojos, respiró hondo,por lo menos la salud de su padre era buena . El teléfono volvió a vibrar en su bolsillo.. Era su padre. Atendió sin pensar. —¿Papá? La voz del otro lado sonó más firme de lo que esperaba, aunque cansada. Profundamente cansada. —Stephen… hijo. —¿Estás bien, papá? —Ahora sí. Escuchame bien, porque no me va a dar tiempo de contarte todo antes de que subas a ese avión… Stephen apretó el ce
Capítulo – Lo que un Padre No PerdonaLa casa de los Torres tenía las luces bajas cuando Stephen tocó la puerta. El aire en Alicante era más cálido que en Londres, pero el frío que llevaba dentro no se le iba con nada.Fabián abrió la puerta con el ceño fruncido.—¿Stephen? —preguntó sorprendido—. ¿Qué hacés acá? ¿Y Joselín?Stephen tragó saliva. Llevaba más de 24 horas sin dormir. Los ojos rojos, la voz quebrada.—Necesito hablar con ustedes. ¿Está Lilian?Fabián frunció más el ceño, pero lo hizo Habían limado asperezas hace mucho tiempo con él.—Está en la cocina. Pensábamos que estaban en Inglaterra. ¿Qué pasó? ¿Está todo bien?Stephen entró al living con pasos pesados. Lo recibió el aroma de café recién hecho, el sonido del televisor en bajo, y la voz cálida de Lilian saludándolo.—¡Stephen! Qué sorpresa. ¿Joselín viene detrás tuyo?Él negó con la cabeza, muy despacio.—No. No está conmigo.Fabián frunció aún más el entrecejo.—¿Cómo que no? ¿No fue ayer para estar juntos?—No… —
Capitulo:Sea cual sea el resultado El sol apenas asomaba por las ventanas cuando Fabián preparó el desayuno. El aroma a café recién hecho, pan tostado y jugo de naranja llenaba la cocina con una calidez que contrastaba con la tensión acumulada de la noche anterior. —¿Desayunás conmigo, hija? —preguntó desde la puerta, con una sonrisa forzada. Lilian, sentada en el comedor, lo miró en silencio. Su rostro lo decía todo: Joselín aún no estaba lista para enfrentar el día. Desde la planta alta se oyó el sonido de una puerta entreabriéndose. Luego, pasos lentos. Joselín bajó las escaleras en pijama, envuelta en un sweater ancho que no lograba ocultar el temblor en su cuerpo. Su cabello aún húmedo del baño, su rostro pálido, y una mano apoyada sobre el abdomen. —Buen día… —murmuró, sin mirarlos del todo. Pero en cuanto percibió el aroma del café, su rostro se contrajo. Dio un paso hacia atrás, cubriéndose la boca. —¡Jose! —dijo Fabián, preocupado—. ¿Estás bien? Ella negó con la cab
Capítulo – Recuerdos de mi CegueraLa luz de la mañana se colaba tímidamente por las rendijas de la persiana, dibujando líneas doradas en la habitación. Stephen se sentó en la cama, con los codos apoyados en las rodillas y el rostro entre las manos.El silencio era demasiado abrumador.Estaba en el apartamento que había alquilado temporalmente en Alicante para ellos cerca del hospital para poder verse más tiempo entre guardia y guardia. Pero nada en él se sentía como hogar. Ni siquiera su bata de médico, colgada del respaldo de la silla, le recordaba quién era. Desde que perdió a Joselín, Stephen sentía que no era nadie.Se levantó, descalzo, caminó hacia el pequeño cuarto del fondo. Uno que, semanas atrás, habían pintado juntos con el color que ella eligió, un celeste suave como el cielo de primavera.Joselín había dicho riendo:"Este cuarto, por ahora, será para los preparativos de la boda. Pero después… será para nuestro primer hijo. apenas yo me gradué . ¿Te imaginás una cunita ac
Capítulo – La Vida Que Late En Silencio Después de desayunar un té con galletitas junto a Lilian su mamá —en medio de silencios que decían más que mil palabras—, Joselín se encerró en su habitación. Tenía el test de embarazo desde hacía días guardado en su cartera, pero nunca se había sentido lo suficientemente fuerte para usarlo.Hasta ahora.Apenas Lilian cerró la puerta detrás de ella, Joselín se quedó en la cama, abrazada a una almohada, mirando el techo. El estómago se le revolvía, no sabía si por los nervios, las náuseas… o ambas cosas. Tenía miedo. No sabía qué resultado quería ver. Ni siquiera sabía si estaba lista para saberlo.Pero algo dentro de ella —esa fuerza invisible que siempre la impulsaba a cuidar de los demás, incluso cuando estaba rota— la hizo levantarse.Fue al baño, abrió el envoltorio con manos temblorosas, y siguió las instrucciones como quien sigue un ritual sagrado. Dejó el test sobre el borde del lavamanos, sin mirarlo, y volvió a la cama.No tenía el co
Capítulo – Voces que Arden Joselín no había salido de su cuarto en todo el día. Las primeras horas las pasó abrazada a la almohada, con los ojos fijos en el techo como si buscara en las grietas alguna explicación. Pero no había respuesta. Ni en el silencio, ni en los suspiros, ni siquiera en sus propias lágrimas. A media tarde, tomó el celular y marcó. Paula atendió al instante. —¡Jose! ¿Cómo estás? Qué lindo escucharte… —En casa… en Alicante. No quería hablar con nadie, Pau. Pero contigo sí. Tengo que contarte lo que me pasa… Y le contó. Todo. Las fotos. El beso que vio desde el taxi. El correo del hospital que supuestamente decía que Stephen se quedaría en Londres. Su voz era un hilo frágil, entrecortado por lágrimas. Paula se quedó en silencio. Luego, su voz se quebró también. —¡No puede ser! Ese tipo te ama, Jose… ¡todos estábamos esperando la boda! ¡¿Qué pasó con él?! —No lo sé… —susurró Joselín, cubriéndose el rostro—. No quiero saberlo. No puedo. Además… acabo de enter