Capítulo: Donde Empieza la Vida de Verdad
Habían aprendido que el silencio no cura, que el amor no debe guardarse, sino decirse a tiempo. Que la felicidad se busca, se defiende y se construye, aunque la vida no sea fácil. Ese era su momento. El verdadero comienzo. El de conocerse, esta vez, como pareja, con el alma desnuda y el corazón en paz.
La habitación del hotel no era lujosa, pero tenía eso que necesitaban: calma. Una ventana amplia dejaba entrar la luz suave de la tarde, filtrada por cortinas blancas que se movían con la brisa. En el aire flotaba un aroma a flores y algo de café. Afuera, el mundo seguía girando, pero dentro, el tiempo parecía haberse detenido.
Mateo estaba acostado boca arriba, con los brazos detrás de la cabeza. Paula apoyaba su cabeza sobre su pecho, escuchando los latidos como si fueran una melodía secreta. Ninguno decía nada. No hacía falta.
—¿Sabés qué pensaba? —murmuró él, rompiendo el silencio con voz suave.
—¿Qué?
—Que no necesito más que esto. Que esta