Francis me llevó a la ducha y abrió la ducha. Desenredé mis piernas de él, sintiendo su líquido viscoso correr por la parte interna de mis muslos.
- ¡Qué cojones hicimos, Francis!
- Yo... no sé qué me pasó. - Dijo confundido, sacudiendo la cabeza con preocupación.
- Hemos perdido la cabeza... y la cordura.
- Al diablo esto. Tomó mi rostro entre sus manos y me besó.
Traté de resistir. Esto era serio. Pero cuando me di cuenta, ya estaba completamente mojada, sintiendo el agua caer sobre mí mientras le devolvía su cálido y apasionado beso.
Lo empujé con dificultad, tratando de recuperar el aliento:
- Francis... no puedo más... - me eché a reír. - Necesito descansar.
- Perdóname por entrar...
- Ahora no hay nada que hacer... - Tomé shampoo y lo pasé por mi cabello.
Antes de que empezara a quitar la espuma, ya lo estaba haciendo. Sentí el jabón correr por mi cuerpo mientras jugaba con mi piel.
- Creo que necesito salir de la ducha, bombón.
Caminé hacia la puerta de la ducha. Él se rió:
- ¿